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El estudio de la relación entre actividad económica y ruptura de la unión se enriqueció distinguiendo tres grupos: aquellos individuos que en el momento de la unión trabajaban en el sector público, aquellos que lo hacían en el privado y los que eran ayudas familiares. Era interesante contemplar esta distinción ya que se podía suponer que, en términos de seguridad de empleo y derechos de seguridad social, los primeros tenían ventaja sobre los terceros, situándose en posición intermedia los segundos.
Una vez realizada esta fase exploratoria variable a variable, se analizaron los determinantes sociodemográficos de las rupturas por medio de un modelo de regresión logística que incluía un tratamiento conjunto de las variables que se habían seleccionado como indicativas de las tres dimensiones: origen familiar, características de la unión y características individuales. Algunas de estas variables eran fijas: la categoría socioeconómica del padre del sujeto, la ruptura de la unión de los padres, la promoción de la unión, la edad en el momento de la unión y las diferencias de edad entre los cónyuges. En estos casos, el valor de la variable era el mismo a lo largo de los años transcurridos desde el momento de la unión hasta el fallecimiento del cónyuge. Pero también se incluyeron variables cambiantes en el tiempo: el número de hijos, nivel de instrucción, la ocupación, tamaño de municipio o Comunidad Autónoma de residencia. En estas variables, en cada año-persona transcurrido, contabilizado a partir del momento de la unión hasta la ruptura o fallecimiento del cónyuge, podía registrarse un valor diferente de la variable.
El precedente paterno de ruptura también favorece el divorcio. Aquellas mujeres que tenían padres separados o divorciados tienen el doble de riesgo de experimentar una ruptura de la unión. Otra variable importante es la edad a la unión: el menor riesgo de ruptura se da entre aquellas que se casan a una edad elevada (un 60 por 100 menos de riesgo que las que lo hacen a una edad muy temprana), y el mayor entre las que se casan muy jóvenes.
Una vez realizada esta fase exploratoria variable a variable, se analizaron los determinantes sociodemográficos de las rupturas por medio de un modelo de regresión logística que incluía un tratamiento conjunto de las variables que se habían seleccionado como indicativas de las tres dimensiones: origen familiar, características de la unión y características individuales. Algunas de estas variables eran fijas: la categoría socioeconómica del padre del sujeto, la ruptura de la unión de los padres, la promoción de la unión, la edad en el momento de la unión y las diferencias de edad entre los cónyuges. En estos casos, el valor de la variable era el mismo a lo largo de los años transcurridos desde el momento de la unión hasta el fallecimiento del cónyuge. Pero también se incluyeron variables cambiantes en el tiempo: el número de hijos, nivel de instrucción, la ocupación, tamaño de municipio o Comunidad Autónoma de residencia. En estas variables, en cada año-persona transcurrido, contabilizado a partir del momento de la unión hasta la ruptura o fallecimiento del cónyuge, podía registrarse un valor diferente de la variable.
El precedente paterno de ruptura también favorece el divorcio. Aquellas mujeres que tenían padres separados o divorciados tienen el doble de riesgo de experimentar una ruptura de la unión. Otra variable importante es la edad a la unión: el menor riesgo de ruptura se da entre aquellas que se casan a una edad elevada (un 60 por 100 menos de riesgo que las que lo hacen a una edad muy temprana), y el mayor entre las que se casan muy jóvenes.